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lunes, 16 de mayo de 2016

HIGH-RISE "la persistente lucha de clases"

"High-Rise" se estrena en España después de ser presentada en el último Festival de San Sebatián, donde a pesar de no recibir ningún premio en el Palmarés fue una de las películas que levantaron más expectación tanto en la prensa como en el público.

El doctor Robert Laing (Tom Hiddleston) se muda a un idílico rascacielos donde parece existir un aparente orden de clases. Sin embargo, poco a poco irá descubriendo como este utópico orden esconde aspectos más siniestros de los que podría imaginar.

Después de una película tan extraña, diferente, cómica y terrorífica como "Turistas", no es de extrañar que Ben Wheatley se haya atrevido con el texto de J.G. Ballarad "Rascacielos", autor que ya ha sido llevado en otras ocasiones al cine como la controvertida "Crash" de David Cronenberg. Mucho tiempo ha pasado desde aquella película, y la masificación del cine ha conseguido que sea cada vez más difícil sorprender y escandalizar al público. A pesar de esto, Ben Wheatley se atreve con una novela cuyo contenido, a pesar de haber pasado más de cuarenta años desde su publicación, sigue muy vigente hoy en día, con un mensaje tan actual como aterrador. 

Este parece uno de los objetivos que se debió marcar Wheatley, y lo ha conseguido, ¡vaya no si lo ha hecho! "High-Rise" comienza con una de las secuencias más potentes e impactantes del cine contemporáneo, toda una declaración de intenciones que nos hace sospechar los derroteros por lo que va a llevar la película su director, y, a pesar de su intensidad, en ningún momento decae ni el ritmo ni el nivel del resto del film.

"High-Rise" es un juguete con el que pretende adentrarnos en un oscuro, pero realista mundo, donde Ben Wheatley se atreve a diseccionar algo tan clásico como la lucha de clases, el empobrecimiento del alma por culpa del dinero y la ambición, el sexo, la codicia y todas aristas más oscuras del ser humano concentradas en un altísimo rascacielos que parece vivir ajeno al resto de la sociedad. A través de sus diferentes pisos del edificio vemos cómo su protagonista va conociendo a los integrantes de estos estamentos sociales, en los que por lo general siempre existe un resentimiento y un malsano odio hacia los habitantes tanto de por encima como por debajo. 





La película de Wheatley supone un doloroso goce en el que su trasfondo se sirve de la plasticidad visual que su director le imprime. Durante las casi dos horas de metraje no deja respiro ni descanso al director, su agobiante fotografía, la constante música de Clint Mansell que no cesa en remarcar las notas de su director, un montaje vívido y todos los aspectos técnicos se dan de la mano para concluir en el subrayado mensaje que Ben Wheatley ha querido extraer de la novela de J.G. Ballard: el hombre es el peor enemigo del hombre y la lucha entre congéneres siempre estará sobre la mesa.

Estamos ante un film que remarca en exceso sus segundas lecturas, que analiza los podridos sistemas políticos que el propio hombre ha creado, capitalismo, comunismo o anarquía. Pero, sin lugar a dudas nos situamos con ante una película de obligatorio visionado, que será amada y odiada fácilmente por partes iguales, pero que no dejará a nadie indiferente, invitando a la reflexión y el diálogo, haciendo que sus imágenes perduren durante mucho tiempo en la mente del espectador. Esta imágenes que deberían pasar a la historia como unas de las más perturbadoras e inquietantes del cine actual.

+ Su total falta de filtros, le pese a quien le pese.
- Se empeña en no soltar de la mano al espectador.

PUNTUACIÓN TOTAL:  *  *  *  *


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