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jueves, 20 de marzo de 2014

LA HERMANDAD "notable ejercicio de terror"

El debutante Julio Martí estrena este viernes la película de terror "La Hermandad", que cuenta con el aliciente de ser la película que devuelve a Lydia Bosch al cine después de estar varios años más centrada en la televisión.
Sara (Lydia Bosch) es una escritora de novelas de terror que tras un accidente de coche es recogida por unos monjes benedictinos en un lúgrube y oscuro monasterio. Sin embargo, algo tenebroso se oculta tras los muros, deseando salir...

El cine de terror español tiene una larga trayectoria que lo ha situado como referente a nivel mundial, envidiado por otras filmografías que hasta se atreven a realizar remakes. Otros países, no tan dados al "copia-pega" exhiben terror español directamente, por encima de otros géneros.
Y es esta trayectoria que viene desde hace tantas décadas la que ha llevado a numerosos directores nóveles a lanzarse al mundo del largometraje con una historia de terror. Tal es el caso del realizador Julio Martí que se adentra en el mundo de las casas y mansiones encantadas, adaptándolo a la tradición española, así sitúa la acción en un monterio.

El director, que se ha debido empapar de mucho cine de género, nos ofrece una historia que supone un más que interesante cruce entre las historias de la antigua Hammer y esas coproducciones británico-españolas que incluso contaron con la presencia de Christopher Lee y que el gran Paul Naschy protagonizó, para más gloria suya fuera de nuestra fronteras.
Es ahí donde se diferencia esta "Hermandad" de aquella películas, tras coger su esencia decide dejar atrás todo rastro de sangre y erotismo para unirse a la tradición que viene asentándose en los últimos años, la  de dotar a la película de una historia más profunda detrás.

Bajo la dirección de un director valiente que se esfuerza en cada una de las secuencias, atreviéndose con un proyecto que a primera vista para complicado, como el de recrear todo un monasterio, que juega un papel muy importante de la película. Es la gran credibilidad de sus imágenes, bajo la maravillosa dirección artística de Pepón Sigler, la que nos transporta dentro de los pasadizos a los que Julio Martí nos quiere llevar. Así imprime una constante sensación de angustia e impotencia, siendo la mayor baza de la película, incluso más que los golpes de efecto que toda historia de terror de tener. Sin embargo, el guión que siempre se muestra cauteloso, siendo el principal impedimento de la película para crecer y que a veces pide a gritos, y no le hubiera sentado nada mal, un toque de locura y mala leche.

Es de alabar, que ante una producción tan pequeña, el resultado sea tan elevado, orquestado todo bajo la dirección artìstica, fotografía y una hermosa música que ha compuesto Arnau Bataller, lo que le hace sumar puntos y que obviemos las posibles irregularidades, convirtiéndola en una intrigante película con un regusto antiguo que cautivará a todos los amantes de las historias de fantasmas.

Sin embargo, no podemos olvidar que todo el peso de la película recae sobre una Lydia Bosch que se atreve con el reto de aparecer en la mayoría de las secuencias. Estamos ante una actriz que busca reinventarse y esta es la ocasión perfecta, donde sorprende con una construcción del personaje muy alejada de lo tópicos de protagonista de película de terror.

+ Lydia Bosch, la gran dirección artìstica y la música de Arnau Bataller.
- Las reivindicaciones feministas, demasiado forzadas.

PUNTUACIÓN TOTAL: * * *

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